Este viernes 4 de marzo, miembros de la Fundación Juan XXIII dieron por iniciado un nuevo año escolar.
Con una emotiva eucaristía celebrada en la capilla del Colegio Padre Alberto Hurtado, este día viernes 4 de marzo, representantes de la Fundación Juan XXIII se congregaron para dar gracias a Dios por el inicio de un nuevo año académico, el cual está marcado por el regreso de los alumnos y alumnas a las aulas, tras casi dos años de ausencia por las restricciones sanitarias.
La liturgia fue presidida por el Obispo de Santa María de los Ángeles, Felipe Bacarreza y concelebrada por el P. Pedro Mieres, Vicario para la educación; además de los capellanes de los colegios de la Fundación, los sacerdotes Dario Dittus, Tomás Carrasco, Iván García, Iván Gatica, Javier Osses, Alex González, Álvaro Martínez y la asistencia de los diáconos Celso Oñate y José Montero.
A la Misa asistieron los directores de los colegios de la Fundación y representantes de los diferentes estamentos de las comunidades educativas, tales como los miembros del Consejo de Administración de Fundación Juan XXIII, cuerpo directivo, equipos de gestión y colaboradores de la Administración Central.
La visión de la Fundación Juan XXIII es aspirar a ser una institución altamente reconocida en la provincia de Biobío, por su destacada gestión de establecimientos educacionales, con excelencia académica. Teniendo como fundamento la educación católica, con el sello de la espiritualidad de San Juan XXIII, a fin de formar personas capaces de integrar saberes y de proclamar con audacia y osadía su convicción cristiana, que se conviertan en agentes de comunión de una sociedad que fomente la paz y la unidad; siendo solidario con los pobres y necesitados con amor y conocimiento de su cultura.
Esta fundación existe para gestionar con excelencia establecimientos educacionales católicos en la provincia de Biobío, los que destacan por su calidad educativa, sello valórico-social e integración con instituciones claves del entorno, lo que permite formar hombres y mujeres comprometidos/as con su fe, que personalizan su experiencia con Jesús, con espíritu crítico, creador y con libertad responsable, para ser agentes de evangelización preparados para la acción y mejora de la calidad de vida de sus familias y sociedad en general.

























